Pasó la rabia....


Pasó la rabia y seguimos viviendo, intentando disfrutar cada momento, del sol del amanecer que me acaricia la cara mientras conduzco: destino Madrid. Aquella ciudad que me guarda tantos secretos y de la que guardo tantas cosas. Mañana toca volver, no como esperábamos, pero sí como era de esperar... ¿Por qué iba a ser de otra manera? ¡Sobre todo cuando me lo planteé como viaje profesional y de amigos! 3 días antes cambiaron las expectativas: estaré allí -me dijo-, mierda, parezco idiota, no me lo había planteado.  ¿Cómo es posible que tenga tanta influencia? Cuestión de ego, el mío y el suyo, y una falta de cojones para llamar a las cosas por su nombre. Como decía aquel periodista añejo ya, en cada momento feliz hay algo de amargura y en cada momento de tristeza hay una extraña calma y dulzor, nunca mejor dicho. Es momento de amargura y de lección. ¡Qué fácil es tomar decisiones sobre el papel de oficina! y qué difícil cerrar capítulos en lo personal. No creo en el universo y en el destino, pero ¡qué curioso! creo en que todas las piezas  encajan como en un puzzle, o eso parece, eso espero. No estoy preparada para vivir en un desamor, no estoy preparada para una vida vacía de deseo, no estoy preparada para una vida vacía de pasión. Jamás, ni con 20, ni 30, ni aunque tenga 70.  Y la herida se abre de nuevo, no acaba de cerrar....¿cuánto tiempo ha de pasar este encefalograma alterno de planos y de infartos? Quiero vivir, quiero volver a vivir el deseo, la pasión....y después ya llegará si tiene que volver de nuevo el amor, ¿podrá?













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