La noche es mala consejera, pero siempre es inevitable irse con el sabor de boca de aquel detalle, gesto, caricia, sonrisa, que de alguna manera nos ha marcado los últimos días. A veces son pensamientos negativos.... mejor dormir y mañana saldrá el sol de nuevo. Y a veces me invade una sensación que no quiero que se escape, me gustaría retenerla por horas, días, semanas... compartirla cada noche y cada momento, antes de cerrar los ojos y rendirme al cansancio. No han estado mal estos últimos días, he conocido a un ángel, escorado, pero ángel a fin de cuentas, que lucha como uno más: buscar su espacio y tener paz. Lo malo es que muchas veces nos equivocamos en la forma en la que la buscamos y hacemos difíciles las cosas que aparentemente deberían ser sencillas. Soy una más, aprendiendo a ser feliz... y recibiendo bofetones de realidad cada día... eso sí, mis noches que no me las quiten, sobre todo esas en las que como hoy, me despido con una sonrisa y con los brazos alzados para echar a volar.

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